jueves, 16 de julio de 2009

"Ningún país podrá crear riqueza si el manejo de su economía tiene como fin el enriquecimiento de sus líderes o si la policía puede ser comprada por los narcotraficantes. Ningún empresario querrá invertir en un lugar en donde desde el gobierno le 'descreman' el 20% de sus utilidades o donde el encargado de las aduanas es un corrupto. Ninguna persona desea vivir en una sociedad donde el imperio de la ley es sustituido por el imperio de la brutalidad y del cohecho. Eso no es democracia, eso es tiranía, incluso si de tarde en tarde se tiene una elección. Hoy es el momento de que ese estilo de gobernar llegue a su fin" (The New York Times, 11 de julio).

Esta cita es del discurso pronunciado en Ghana por el presidente norteamericano, Barack Obama, con motivo de su primera visita oficial al África al sur del Sahara. Visto desde nuestro país, Obama no le hubiera tenido que cambiar ni una coma a su alocución si hubiera decidido pronunciarla en México. Claro que aquí hubiera ofendido(...)

La solución que Obama sugirió a los africanos se podrá aplicar también al caso mexicano: "lo que se necesita no son hombres fuertes sino instituciones fuertes". Cierto, pero resulta que una solución tan fácil de formular es muy difícil de poner en práctica sea en África o aquí, aunque como Obama señaló: "hoy es el momento" y "sí se puede". Sin embargo, en términos operativos, ¿cómo "mandar al diablo" las pésimas instituciones que tenemos y reemplazarlas por las que necesitamos? ¿Cómo lograr tener una policía que efectivamente proteja a los ciudadanos, unos partidos políticos que sí representen a sus electores, un IMSS que realmente vigile los servicios que subrogó, un Ministerio Público que indudablemente defienda al público y no lo extorsione, un Ejército que no viole los derechos humanos cuando busca sicarios, un magisterio que en verdad dé al alumno la enseñanza a la que tiene derecho o un fisco que sea, a la vez, efectivo, justo y redistributivo? Incluso si empezáramos hoy, que no es el caso, la tarea de rehacer el entramado institucional requiere de una o dos generaciones para lograr el resultado buscado.

Extracto de la columna de Lorenzo Meyer "Las crisis de México, la de 1946 y la de ahora", publicada en el blog Lorenzo Meyer - Agenda Ciudadana. Aquí, la nota completa.

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