viernes, 2 de octubre de 2009

Edificio Chihuahua. Desde la terraza del tercer piso los estudiantes miembros del Consejo Nacional de Huelga encabezaban el mitin del 2 de octubre de 1968.
Plaza de las Tres Culturas, Unidad Habitacional Tlatelolco. Ciudad de México. 2003




El enigma sobre la responsabilidad de la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México, parece haberse resuelto. No fue el Ejército Mexicano el que atacó inicialmente a los manifestantes. Tampoco fueron estudiantes quienes comenzaron la agresión.

Los disparos contra la multitud fueron hechos por un grupo de 10 oficiales armados con metralletas, bajo la conducción del general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial, enviados a diferentes edificios que daban a la Plaza de las Tres Culturas, con la instrucción precisa de hacer fuego contra la multitud allí reunida, según él, por órdenes superiores.



Reproducción del archivo de Manuel Gutiérrez Paredes, fotógrafo de la Secretaría de Gobernación en ese momento. Las imágenes son de miembros del Consejo General de Huelga detenidos en el interior del edificio Chihuahua el 2 de octubre de 68. Publicadas en el número especial de la revista Proceso en octubre de 2002.


Terraza del 12º piso del edificio Chiuhuahua. Unidad Habitacional Tlatelolco. Ciudad de México. 2003



Esa es la versión, al menos, del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional durante aquellos acontecimientos.(...)

El movimiento estudiantil de 1968 era, según él, uno de los problemas graves que había enfrentado el régimen de la Revolución Mexicana.

Esa estrategia para terminar con las protestas sociales no era nueva para el presidente en turno, Gustavo Díaz Ordaz. En distintos momentos de su gobierno había sido puesta en práctica sin demasiadas repercusiones en la opinión pública. Para el gobierno y para el Ejército, la situación prevaleciente en octubre de 68 era de virtual estado de guerra.(...)

Los muertos, parece decir el testimonio de García Barragán, fueron sacrificados en el altar de la patria bajo una consideración central: mantener el orden de las instituciones.(...)

Con su crudeza, desnuda la lógica del poder. Arroja información básica para reconstruir lo sucedido. Confirma que la masacre del 2 de octubre de 1968 fue un crimen de Estado, justificado en nombre de la razón de Estado.

Fragmentos del texto "2 de octubre: el testimonio indiscreto", escrito por Julio Hernández Navarro y publicado el 28 de junio de 1999 en el periódico La Jornada de la Ciudad de México.



Parte de la Unidad Habitacional Tlatelolco vista desde el edificio Chihuahua. Zona norte de la Ciudad de México. 2003

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